Creerán que, como adulta autista, se me hace fácil juzgar la situación de los padres que tienen niños difíciles de contener en espacios públicos; pero resulta que, además de autista, soy madre de un niño con la misma condición, y vaya si las he pasado.
Yo misma tengo muchísimas dificultades para manejarme en ámbitos por fuera de mi hogar, me genera mucha ansiedad y dispara todas mi comorbilidades… No se imaginan lo difícil que fue, durante años, tener que hacerlo con un niño que gritaba y pateaba durante todas las horas que durara el trámite que estuviéramos haciendo. Entonces no, no hablo desde la comodidad del desconocimiento, hablo desde la experiencia.
Cuando veo este tipo de iniciativas de marcarnos a los autistas (pensando que todos son niños, y que esos niños son pertenencia de sus padres), al igual de cuando les ponen remeras a los hijos diciendo que son autistas, para que le gente no los juzgue ante un berrinche, tengo la seguridad que esas acciones no las hacen a favor de sus hijos (al contrario), solo las hacen en beneficio propio.
A los neurotípicos los pone tremendamente nerviosos que la gente los mire mal cuando su niño está teniendo algún berrinche, porque saben que su capacidad paternal está siendo juzgada. Y usan como excusa el que miran mal a sus hijos, por eso es importante que los autistas andemos por la vida con un cartel, remera o pulsera que avise que lo somos… Pero resulta que a su hijo, en medio del berrinche o saturación, le importa muy poco o nada lo que piense la gente. A los únicos que les importa es a los padres, que no quieren ser juzgados.
Entonces, si a los autistas nos vale madres que nos miren mal (como adulta autista ni lo capto, gracias si me doy cuenta de lo que sienten mis allegados, como para encima intentar descifrar al don desconocido que me cruzo en el súper), y los padres son los sensibles a la mirada de cualquier persona random, ¿por qué debemos llevar nosotros la pulsera o la remera? Más vale que se etiqueten los padres que son hipersensibles a la opinión externa, o que hagan terapia, o que lo superen…
Otra cosa muy diferente es cuando los autistas decidimos exponernos como tales, en nuestro derecho a elegir sobre nuestra información privada, pero un proyecto de ley que inicia con «DISPÓNESE, en todo el ámbito de la provincia de Santa Fe, como instrumento de identificación de TODA persona con trastorno del autista, el uso de una pulsera color azul», es una imposición. El hecho de que inicie con «dispónese», ya lo convierte en obligatorio, y también lo remarca cuando dice que TODOS debemos llevarla. En ningún momento queda sujeto a la elección personal.
Como madre yo también he tenido terror a que mi hijo se escape, más cuando tengo la función ejecutiva y nivel de reacción de una patata, pero por eso debo tomar mayores recaudos cuando salimos a la calle. Y cuando los recaudos no son suficientes para asegurarnos a que nuestros hijos puedan salir seguros a la calle, es cuando el Estado debe brindar herramientas para solucionar los limitantes sociales, no para validarlos y potenciarlos.
Por eso es que, como autista y madre de un niño autista, me niego a que nos impongan qué debemos ponernos y qué no debemos ponernos. Aboguen por proyectos de inclusión real, por soluciones. El resto, son solo egoísmos personales y políticas de cotillón.
𝗧𝗲𝘅𝘁𝗼: Analía Infante, integrante de Insurgencia Autista ONG.