El circo de la tolerancia

Acérquense que comienza la función, en este gran circo donde los trapecistas se jactan pero están a 10 cm del suelo, el forzudo es pura gomaespuma, y el domador a lo máximo que se le atreve es a un cobayo. Solo que en realidad no nos estamos refiriendo a payasos y mujeres barbudas, estamos hablando (lamentablemente) de la intolerancia y el autismo.

𝗦𝗶𝘁𝘂𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝟭: Se acerca un profesional del autismo que el único enfoque que vio en su vida, es el normalizador, el que nos ve como sujetos a reparar, no como personas que necesitamos ser incluidas en base a adaptaciones amables, sino a base de que seamos lo más parecidos a una persona «normal». Es la primera vez que se encuentra con autistas adultos y en su vida escuchó hablar del paradigma de la neurodiversidad.
Profesional: —¿Por qué cuestionan mi punto de vista? Dediqué mi vida a estudiar esto, y todos mis libros y cursos dicen que el único enfoque es este… No conozco otro, por eso lo utilizo con los niños que tengo de pacientes.
Autista 1: —Tu enfoque es violento y normalizador.
Autista 2: —Sos un asco de persona.
Autista 3: —¡Torturador! Autista
4: —¡Rajá de acá!
Autista 5: —Traigan un encendedor, que ya tengo el kerosene. El profesional huye aterrado… Los niños que tiene por pacientes, siguen recibiendo exactamente las mismas sesiones de terapia normalizadoras que recibían antes.

𝗦𝗶𝘁𝘂𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝟮: Se acerca el mismo profesional, dando su punto de vista (el único que aprendió en su vida), y ve al grupo de autistas que lo cuestionan, y el concepto es tan diferente y nuevo que no lo comprende.
Autistas: —Tu enfoque es violento y normalizador… Hoy no lo vas a entender, hoy te va a parecer que lo que te decimos es una locura, pero con el tiempo (si tenés la capacidad de crecer como profesional), nos vas a entender. Desde este momento vas a empezar a conocer el concepto de la neurodiversidad, y es normal no romper moldes de día para el otro.

¿Cuál de las dos opciones tiene al menos un mínimo de probabilidades de generar cambios? En la segunda situación, puede ocurrir que el profesional pierda interés y ate a la comodidad de sus conceptos, y se vaya. Pero, si los nenes que están bajo su atención, pierden toda chance de que el profesional incorpore conceptos más inclusivos, no será nuestra culpa.

Acabo de ver a un grupo de autistas realizando un escarnio público con algunos modos sumamente violentos, en una situación como la narrada. ¿No era que nos quejábamos de que no nos escuchan? Decimos que queremos que nos escuche, pero resulta que solo queremos hablarles a los que opinan igual a nosotros… Y así la sociedad no se cambia. Nos tiramos de cabeza en una competencia para ver quién tiene más razón, en vez de enfocarnos en quién puede generar más pequeños cambios sociales. Y lo que generemos, bueno o malo, no solo es para nosotros… también es para nuestros hijos (los que los tenemos), y los autistas que hoy no tienen posibilidad de expresarse o edad para elaborar sus propios conceptos.

¿Queremos un #NadaDeNosotrosSinNosotros, o un #SoloNosotrosEntreNosotros?
Yo quiero que mi hijo crezca en una sociedad donde los profesionales y el entorno conozcan el paradigma de la neurodiversidad, hasta que ese concepto sea parte de ellos, de la sociedad.

Quiero que los autistas tengamos espacios de expresión, de empoderamiento, de pertenencia, hasta que logremos que todo eso lo podamos hacer en la sociedad, no solo entre autistas. Prefiero darle la oportunidad a cien profesionales normalizadores de acercarse y aprender, y que solo funcione en uno, a no darle la oportunidad a ninguno. Si todos los autistas hacemos eso, y logramos al cambiar los conceptos de al menos un profesional, ¿cuántos profesionales que abracen la neurodiversidad tendremos? Sin grandes circos… solo pregonando un poco de la tolerancia que exigimos.

Texto: Analía Infante, integrante de Insurgencia Autista ONG (organización conformada por adultos autistas).