TÚ ME INVITAS, YO DECIDO

Muchos autistas recibimos presión social constante para participar de actividades sociales. Incluso, cuando decimos que no nos agradan esas actividades (en el caso de que así sea), pareciera que fuera algo inconcebible.
No siempre insistir para que socialicemos, aún cuando no tenemos ganas de hacerlo, es ayudarnos a estar mejor… De hecho, es probable que a lo único que nos ayude es a pasar un momento de ansiedad.

También hay personas dentro del espectro que desean ser invitadas a actividades sociales, porque nunca lo experimentaron, y sin embargo no reciben ninguna invitación. Otros gustan de pasar pequeños momentos sociales y, cuando se saturan, retirarse sin ser cuestionados.

Ustedes se preguntarán: “Entonces, ¿qué rayos debemos hacer? ¿Debemos invitarlos o no debemos hacerlo?” Y la respuesta es bastante simple: pueden hacerlo pero, lo fundamental, es que deben ser receptivos. Deben escuchar y deben respetar porque, al contrario de lo que piensan, nosotros sí sabemos lo que queremos y lo que necesitamos… No dependemos de un juicio externo para saber qué es lo mejor para nosotros.

Tú me invitas, yo decido.

Texto: Insurgencia Autista, organización conformada por adultos autistas.

Etiquetas: