EL AUTISMO Y LAS LLAMADAS TELEFÓNICAS

Muchos autistas sentimos un auténtico rechazo a recibir o realizar llamadas telefónicas. Perdón, ¿dije rechazo? Me retracto: una auténtica ansiedad del tamaño de una casa.
Y esta desagradable sensación no solo ocurre con los llamados. Aunque la virtualidad debiera de servir para evitarnos semejante suplicio, las personas a veces encuentran la forma de estropearla enviando mensajes con un «Hola», como único contenido. Dan ganas de responder: «¡Ya, pídeme el maldito favor!».

Les recomendamos que, si van a llamarnos o escribirnos (¡por favor, mejor escríbannos!), sean lo más directos y específicos posible. Eso no quita que se pueda saludar pero, a continuación y en el mismo mensaje, ir directo al grano sobre cuál es el motivo del contacto. La gente suele creer que es descortés mostrar que se le escribe al otro con una finalidad personal específica, y por eso primero intentan demostrar que el principal interés es saber cómo estamos. Pues, con nosotros no siempre sirve… No solo que sabemos que nos escriben para pedir algo, sino que a la vez no sabemos por qué no nos hacen el favor de omitir intro. Y, si luego ven que justo a su amigo o conocido le agrada hablar por teléfono o conversar por mensaje, nunca es tarde para acomodarse a esa realidad.

Los autistas ya tenemos bastantes disparadores de ansiedad, como para sumarnos la de las llamadas o mensajes sin finalidad clara.
Así que, ya saben: mensajes claros, conservan la amistad. 

Texto: Insurgencia Autista ONG, organización conformada por adultos autistas.

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