~Cuando creemos que alguien nos aprecia y, por menor teoría de la mente, no captamos que siente lo contrario. Siempre sé directo y sincero.
~Cuando nos interesamos mucho en una nueva relación y la otra persona se cansa de la intensidad de nuestro interés. Si te interesa mi amistad, es mejor que me expliques qué es lo que te molesta, antes de decidir ignorarme.
~Cuando logramos ser correspondidos pero la forma en que demostramos nuestros sentimientos son insuficientes para el otro. Entiende que mis formas de demostrar pueden no ser las mismas que las tuyas y, en lugar de menospreciarlas entiende que para mí eso ya es abrirme demasiado.
~Cuando los demás esperan que entienda sus pedidos afectivos manifestados entrelineas, y luego se ofenden porque no los capto, sin considerar que esa forma de expresión para mí puede ser un punto ciego en la comunicación. Si quieres que te entienda, sé directo, y si así tampoco entiendo, formúlalo de otras formas hasta que lo haga.
~Cuando para los demás resultamos poco demostrativos o afectivos, cuando nosotros sentimos que lo estamos dando todo al 100%. Eso solo hace que me sienta que mi forma de demostración es de segunda categoría para ti.
~Cuando, por todo lo mencionado anteriormente, terminamos buscando un medio de socialización en las redes sociales, y nos encontramos con que hasta los grupos que se pretenden inclusivos están repletos de madres y padres que rechazan nuestra forma de ser. No todos los padres lo hacen, pero basta con que lo haga uno para sentir que allí no tengo espacio… Si ves esa situación y eres un familiar inclusivo, hazme saber que esas actitudes no te representan.
Y a ustedes, ¿qué otras situaciones los hacen poner defensivos de no exponerse emocionalmente?
Texto: Insurgencia Autista ONG.