Estamos seguras de que ya vendrán algunos a quejarse de que, en una página de autismo, nos manifestemos sobre el Día de la Mujer, como el hecho de ser parte de dos colectivos vulnerados no nos diera el derecho a expresarnos sobre nuestra realidad, como si acaso necesitáramos de su permiso para ello…
Nos manifestamos porque queremos un mundo inclusivo, nos expresamos a favor de la inclusión de todos los colectivos que, de una u otra forma, encuentran sus derechos vulnerados.
Siempre estará el detractor que nos diga ¿pero qué tiene que ver el feminismo con el autismo? ¿Por qué hacer algo para el 8 de marzo, desde una página de autismo? Los paralelos son muchos y, por otro lado, las autistas somos mujeres, después de todo, aunque a muchas nos hayan intentado convencer de lo contrario. El tema nos toca directamente, tanto por autistas como por mujeres. Sentimos que no podemos dejar pasar la fecha sin decir nada al respecto, ya que sería casi una traición a lo que hacemos día tras día: bregar por una inclusión cada vez mayor en todos los estratos de la vida. Por eso, queremos decir que el hecho de sentirnos inseguras al salir a la calle es una forma de excluirnos. Que el deber vestirnos de una determinada manera para que no nos encuentren muertas también es una forma de excluirnos. Cada estereotipo acerca de qué significa «ser mujer» es una forma de exclusión tan clara como la que sufren los autistas en general día tras día y, si bien esta página se ha dedicado al autismo y a derribar los prejuicios ligados al mismo, tenemos que dejar en claro que todos los prejuicios son injustos y hieren de la misma manera. Son generalidades que no aplican casi nunca y por los que terminamos pagando todos.
Específicamente ligado con el autismo, siempre se menciona que las mujeres dentro del espectro tenemos mayores dificultades al momento de buscar diagnóstico, ya que casi todos los estudios existentes se basan en el modelo masculino del autismo. También se suele hablar del desafío que implica el hecho de que se nos note menos el autismo que a la mayoría de los varones. Al no «notarse», se nos exige más. Si no se ve, pareciera que no estuviera, y a nivel social se nos pide que sigamos un ritmo prácticamente neurotípico.
Como mujeres, debemos ser las «Susanitas» que la sociedad espera que seamos: madres abnegadas que se ponen al hombro la crianza casi exclusiva de sus hijos y además deben organizarles las mil actividades que se espera que hagan los niños, lo cual termina siendo desgastante también para las madres. A su vez debemos cumplir con ser independientes y trabajar a diario en un ámbito social sobre-exigente para cualquier autista. La demanda es casi insalubre para cualquier mujer, ni hablar de la carga que significa para una mujer autista. No nos sale. Nos genera muchísima ansiedad pero, como no se nos nota tanto, pareciera no importar. Sin embargo, estas cuestiones conjuntas entre nuestra condición de autistas y de mujeres, no excluyen que se nos sumen las dificultades de ser autistas en un mundo neurotípico y de ser mujeres en un mundo aún machista.
Por eso hoy, 8 de marzo, las mujeres que integramos Insurgencia Autista nos manifestamos porque queremos seguir siendo mujeres y autistas, sin que esto signifique ser parte de dos colectivos vulnerados. Nos expresamos porque esperamos que algún día no haya más injusticias que expresar, y denunciamos nuestra realidad porque esperamos que llegue el momento en que no haya más nada que denunciar.
Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, las mujeres autistas nos manifestamos porque queremos y podemos.
Autoras: Constanza Pozzati y Analía Infante, integrantes de Insurgencia Autista ONG, organización conformada por adultos autistas.