La que hubiera sido una respuesta perfecta para el vendedor que nos estafó anteayer; lo que deberíamos haberle respondido a la vecina cuando nos habló mal; o cómo deberíamos haber actuado cuando Felipe, nuestro compañero de primaria, se burló delante de todos de nuestra forma de hablar… ¿Los autistas tenemos tendencia a preocuparnos más de la cuenta analizando situaciones del pasado y pensando cuáles hubieran sido los mejores desenlaces?
Sí, ya sabemos, todas las personas hacen eso, pero la pregunta es si tenemos la tendencia a ir un poco (¿o mucho?) más allá.
Veamos: tenemos tendencia a sobreanalizar todas nuestras interacciones sociales, lo cual es una herramienta valiosa para compensar la menor capacidad de deducir estados mentales del otro, pero es un recurso agotador. También muchos de nosotros solemos saltear horas de sueño para elaborar este tipo de análisis. Luego entraran en juego otros factores particulares, como la capacidad para elaborar la frustración, cuánta capacidad tengamos para detener pensamientos obsesivos y cuánto nos haya hecho sentir esa situación que, con mayores habilidades sociales, hubiéramos sabido reaccionar mejor (o más acorde a nuestras expectativas).
Este texto no busca ser una respuesta en sí misma, sino que invita a que entre todos nos acerquemos a una conclusión.
¿Ustedes son de quedarse pegados con los resultados de una situación que querrían cambiar? ¿Recuerdan experiencias, que quieran compartir, en las que no puedan dejar de pensar porque quisieran volver el tiempo atrás y actuar de modo diferente?
Sea como sea, más allá de la respuesta, seguro que en todas esas situaciones lo que nos obsesiona es lo injusto del resultado. Entonces, si fuimos víctimas de una injusticia, ¿por qué somos nosotros los que terminamos obsesionados con actuar diferente?
Texto: Insurgencia Autista ONG, organización conformada por adultos autistas.