Es un problemática muy repetida el hecho de que muchos hombres autistas sienten que el rechazo a sus ofrecimientos afectivos o sexuales es una forma de exclusión, exclusión a la cual los sometemos las mujeres. No voy a decir que a todos los autistas toman esta actitud, pero no es una minoría.
Primero que nada: las personas tenemos total libertad de elegir, y no le debemos un “sí” a nadie, por más buena persona que sea. Para que una persona me atraiga sexualmente, tienen que ocurrir muchísimas cosas en simultáneo (me pongo de ejemplo para ser práctica), y de las posibilidades que tuve tal vez acepté un 0,001%. No puedo ni quiero decir que sí a todos, no tengo la obligación de hacerlo, no me gustan todas las personas, no importa lo valiosas y buenas que sean, no todas me atraen. Y ni hablar de que alguien me atraiga como pareja afectiva.
Es mi derecho, no estoy obligada a acceder ante nadie, y nadie me hace un favor en ofrecerme una práctica sexual, como para que considere que debo aceptarla y estar agradecida de ello (porque el resentirse por el rechazo denota que no está entendiendo que es mi libertad).
Cuando era adolescente e iba a bailar, los neurotípicos (NT) se acercaban a hablar como con cien chicas por noche, iban rebotando de una a otra, hasta que (si tenían suerte), alguna accedía. Digo esto porque por ahí tienen la fantasía de que los NT abren la boca y las mujeres nos tiramos encima, y que a los autistas los “discriminamos”.
Entre las muchas cosas que nos tienen que pasar para que nos atraiga otra persona, está el cómo nos ve el otro. Un hombre que me ve como un pedazo de carne, que muestra resentimiento hacia las mujeres, que muestra creer que mi consentimiento debería estar disponible por el solo hecho de tener un ofrecimiento, y que mi única forma de valorar lo que es como persona, es por medio de una retribución sexual (y no una meramente intelectual); una persona así NUNCA me va a atraer. Y me juego a decir que casi ninguna mujer se va a sentir atraída, si tiene un mínimo de autoestima.
Entiendo que todos tenemos necesidades sexuales y afectivas, todos queremos ser valorados y queridos, y los autistas somos extremadamente sensibles al rechazo. Pero trabajemos nuestra autoestima, dejemos que el otro (sin hostigarlo con nuestras necesidades y expectativas) pueda descubrir lo que tenemos que dar como personas, que seguramente sea mucho más que la tromba de hormonas que le estamos permitiendo ver.
Texto: Analía Infante, integrante de Insurgencia Autista ONG, organización conformada por adultos autistas.