En el Día de los Enamorados queremos contar cómo es estar en pareja con alguien que, como a uno, le vale madres las fechas como esta.
Tal vez lo de no darle importancia a este tipo de convenciones sociales parezcan algo anecdótico, pero les aseguramos que, cuando eres autista y llevas toda una vida de incomprensión y de que juzguen este desinterés por las convenciones como si fuera desinterés por las personas, y a su vez nadie comprenda ni comparta el interés por las cosas que a nosotros sí nos parecen trascendentales… entonces entenderían lo que significa encontrar, por fin, a alguien que no nos juzgue y que nos valore por lo que somos.
𝗘𝗿𝗿𝗼𝗿 𝗱𝗲 𝗳𝗮́𝗯𝗿𝗶𝗰𝗮
Podríamos decir que esto comenzó cuando empezamos a notar, en la interacción, que nuestro sentido del humor era muy similar —no apto para sensibles— y que también lo eran nuestras estructuras mentales: la forma en que pensamos y las conclusiones que sacamos, las cuales no son para nada típicas. ¿O acaso todo empezó cuando a uno de nosotros le llegó un mensaje del otro, cuando no era más que un desconocido? No, la realidad es que esto comenzó mucho antes de conocernos y saber nuestro diagnóstico: cada vez que nos sentíamos menospreciados por una sociedad que no nos comprendía y de la cual no nos sentíamos parte, como un objeto fallado al cual nunca se le encontraría su utilidad.
𝗘𝗹 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗰𝗶𝗿𝗰𝘂𝗶𝘁𝗼, 𝗱𝗶𝘀𝘁𝗶𝗻𝘁𝗼 𝗽𝗿𝗼𝗰𝗲𝘀𝗮𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼
Nuestra afinidad es a nivel intelectual. En la interacción virtual, solemos expresarnos en simultaneo, para luego darnos cuenta de que son las mimas ideas, solo que escritas con diferentes palabras. Esto es algo que nos sucedía incluso antes de ser pareja.
Nuestra forma de razonar nos lleva a romper los estereotipos de pareja, no nos cuadran las estructuras convencionales. Como por ejemplo, ignoramos festejos que las demás personas priorizan, porque los consideramos innecesarios. No necesitamos un día especial para demostrarnos afecto, y tampoco nos sentimos atraídos por cumplir con los clásicos criterios de «para dónde debería ir una relación», como lo son el casamiento o la procreación.
Así como tenemos nuestras afinidades, también tenemos nuestras diferencias, y estas se dan en el plano emocional. Procesamos las emociones de formas que el otro no imagina que alguien pudiera hacerlo, y eso nos llevó a algunos malentendidos. Pero al tener la misma capacidad de razonar, y de aplicación de lógica, logramos establecer acuerdos, aceptando que no siempre hay razón para lo emocional.
𝗠𝗮𝗻𝘂𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗶𝗻𝘀𝘁𝗿𝘂𝗰𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀
Tal vez, la mayor aceptación del otro, se manifiesta en no exigirle el desarrollo de habilidades con las que no cuenta. Ninguno de los dos debe lidiar con planes sorpresa, cambios de rutina no planificados, imposición de actividades repletas de humanos… Bueno, a decir verdad, no hace falta que estén repletas: si incluye a más de dos personas, ya es una pesadilla para estos dos asociales con componentes de misantropía.
¿Tener que tolerar el dulzor de los perfumes? No, gracias, nos descompone a los dos por igual.
Pero lo más valioso se manifiesta en que, incluso en nuestras necesidades, contemplamos las del otro. No esperamos que este desarrolle mágicamente la capacidad para deducir nuestros estados mentales y emociones, sino que lo ayudamos siendo lo más directos y sinceros posible en cuanto a lo que necesitamos y esperamos. En nuestra relación no existe el «te tendrías que haber dado cuenta», y en cambio sí existe el compromiso de tratar de verbalizar todo de la forma más literal posible.
También nos apuntalamos en nuestros puntos débiles. Por ejemplo: uno de nosotros, que tenía ansiedad a transportarse hacia destinos nuevos, pasó a poder realizar viajes solo y con combinación de transportes —gracias a la paciente guía del otro—; y el otro pasó de desatender situaciones delicadas de su salud —debido a no lograr gestionar las llamadas telefónicas con sus médicos—a tener todos los turnos sacados por su pareja. Siempre buscando complementar, y NUNCA juzgar esas dificultades.
Nos acompañamos, nos identificamos en el otro y, las veces que no lo hacemos, tratamos de comprendernos…
Somos una pareja atípica, de dos personas atípicas.
Autores: Analía Infante y Ezequiel Raskolnikov, integrantes de Insurgencia Autista ONG.
La imagen pertenece a la película 𝘓𝘢 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢.