NO EXISTEN LAS PERSONAS DISCAPACITADAS (ni el 3 de diciembre, ni el resto del año)

El título te sorprendió —te ofendió o te indigno—, pero eso hizo que quisieras leer el texto. Y lo más seguro es que estés intentando entender a qué me refiero, si es sarcasmo o un delirio. Pero la realidad es que no, es una afirmación que considero correcta: no existen los discapacitados, existen los espacios discapacitantes.

Todo nuestro mundo, toda nuestra estructura social está diseñada de forma que siempre existen individuos que quedan por fuera de la norma, fuera de lo que es aceptable, fuera de lo que es normal. Esos somos nosotros, los señalados como «discapacitados».

Porque, claro, nosotros necesitamos apoyos y adecuaciones de acuerdo a nuestra neurodiversidad. Pero si pensamos un poco, podemos preguntar: ¿acaso no todos los humanos, en mayor o menor medida, necesitamos apoyos? ¿Acaso no necesitamos de tutores, educadores, médicos, amistades, etc.? Incluso yo, un misántropo asumido a quien la sociedad provoca rechazo, necesito de otros seres humanos, de una red de apoyo mínima.

El problema es que los apoyos que usan y necesitan las personas «no discapacitadas», están normalizados, mientras quienes necesitamos apoyos diferentes, somos obligados a considerarnos legalmente discapacitados —por un CUD— para poder acceder a ellos. Pero no tiene por qué ser así.

Por el solo hecho de ser personas, tenemos derecho a acceder a aquello que necesitamos para una existencia digna, sin tener que usar etiquetas capacitistas, como si estuviésemos rotos o incompletos.

Somos personas, con necesidades y fortalezas como cualquier otra persona, y merecemos un trato igualitario y digno.
No somos discapacitados, ustedes son los discapacitantes.

Autor: Ezequiel Raskolnikov, integrante de Insurgencia Autista ONG.